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Ruanda

Steven C. Hall, médico anestesista
Comenta el uso del ecógrafo Sonosite durante una misión médica en Gitwe, Ruanda

Medical Missions for Children (Misiones Médicas para Niños) es una de las mayores organizaciones sin ánimo de lucro en EE. UU. que proporciona atención quirúrgica a niños y adultos en algunas de las áreas más deprimidas y con servicios más precarios del planeta. Esta es la cuarta vez que un equipo visita Gitwe (Ruanda) para ofrecer atención gratuita durante dos semanas. El equipo está compuesto por cirujanos, anestesistas y personal de enfermería estadounidense. Algunos de nosotros hemos antes estado allí. Ruanda es el país más densamente poblado de África y uno de los más pobres. Gitwe es una aldea situada en el centro, al oeste en Ruanda. Se encuentra aislada y no dispone de recursos de agua y electricidad constantes y fiables. (Esta aldea es tan pequeña que ni siquiera aparece en Google Earth). El anfitrión de nuestro viaje era el reverendo Gerard Urayeneza, un pastor local y dirigente civil que ha construido prácticamente con sus propias manos un colegio de educación primaria, un instituto de secundaria y un pequeño hospital. En esta zona, la asistencia médica es escasa y en el hospital no se realizan intervenciones quirúrgicas cuando nuestro equipo no está allí.

Las intervenciones son, en su gran mayoría, reparación de labio leporino y fisura palatina en niños y adultos, así como resecciones subtotales de bocio. Esta segunda serie de operaciones no se podría haber realizado este año ni el anterior sin la generosa asistencia de Sonosite. La mayoría de la población ruandesa vive de la agricultura de subsistencia, apenas cosechan lo imprescindible para sobrevivir en minifundios de plátano, sorgo, mandioca, arroz y caña de azúcar. En estas comunidades hay poco dinero. A causa de su dieta y la imposibilidad de comprar sal yodada, abundan los problemas de tiroides, lo que hace que muchos adultos desarrollen bocios enormes —crecimiento de la glándula tiroidea, que puede llegar a superar el tamaño de una pelota de béisbol. El bocio interfiere al tragar y con la respiración. Lamentablemente, no es posible reducir el tamaño de estos bocios mediante medicación y la cirugía es la única alternativa para que estos pacientes vuelvan a llevar una vida normal.

El problema es que a menudo presentan grandes cantidades de hormona tiroidea en circulación, lo que provoca un estado grave de hipertiroidismo o, incluso, crisis hipertiroidea, con unos niveles extremos de presión arterial y frecuencia cardíaca elevadas en el momento que se intenta realizar la intervención. El único modo seguro de preparar y tratar a estos pacientes es administrarles betabloqueantes, que reducen la frecuencia cardíaca. Esto solo puede hacerse de forma segura mediante una supervisión estrecha de la función cardíaca. Hasta el momento no era posible, y las intervenciones quirúrgicas conllevaban el riesgo de muerte. Durante los dos últimos años, sin embargo, y gracias a la generosidad de Sonosite, hemos podido preparar y tratar a estos pacientes a la vez que controlábamos la función cardíaca mediante ecografía. Por ello, les doy las gracias en nombre de los anestesistas, cirujanos y el equipo de enfermería que estuvo en Gitwe. Gracias por ayudarnos a mejorar la vida de esas personas.

Steven C. Hall, médico anestesista que ejerce en Chicago (Illinois).